
Alexandra David-Néel fue una niña prodigio de su época, nacida en Francia en 1868, la joven destacó por ser muy habilidosa y de grandes vocaciones. Sus dedicaciones fueron tan variadas como sus inquietudes, las cuales las seguirían a lo largo de su vida, fue cantante de ópera, periodista, exploradora, anarquista, escritora, orientalista, espiritualista y budista. Esas inquietudes que hicieron que Alexandra aprovechara cada instante de su vida no fueron las únicas cosas que la persiguieran a lo largo de su vida.
En especial, una práctica, un juego peligroso, algo que no debió conocer nunca fue el inicio de su particular infierno. Alexandra se mostró muy interesada por una practica budista denominada creación de un tulpa. Los lamas budistas le advirtieron que era una enseñanza nada recomendable, pues consiste en la creación de un fantasma generado a través de nuestra mente. Alexandra fue advertida de que estas creaciones podían volverse peligrosos o incontrolables. Demasiado tarde, Alexandra estaba fascinada con la idea e ignoró la advertencia de sus educadores.
Aquella entidad era algo así como un robot, sólo realizaba y respondía a los mandatos de su creadora. Con una sonrisa fija en su rostro, el monje accedía sin rechistar a lo que ella le ordenaba. Lamentablemente, no siempre fue así y aquel tulpa comenzó a realizar actividades que no les había sido encomendadas. Tal era la independencia de aquel fantasma de apariencia corpórea que los demás monjes lo confundían con uno más. Su creadora comenzó a sentir miedo, aquella entidad comenzaba a ser un ser con voluntad propia.
A medida que iba siendo más independiente, los rasgos físicos que aquel bonachón monje fantasma fueron cambiando. Su afable sonrisa fue cambiada por otra más pícara, su mirada pasó a ser malévola y nada afable para todos los que convivían con aquel extraño ser. La propia Alexandra comenzó a sentir miedo.
En su libro publicado, Magic and Mysteri in Tibet, Alexandra David-Néel narra los seis duros meses que duró el invertir aquel proceso, conseguir que su creación se desvaneciera. Aquel monje se había hecho insoportable y Alexandra tardó lo suyo antes de conseguir invertir aquel proceso. “No hay nada extraño en el hecho que pueda haber creado mi propia alucinación. Lo interesante es que en estos casos de materialización, otras personas ven las formas de pensamientos creadas.”- declaró la antropóloga cuando posteriormente se le galardonaba con una medalla de oro por
Los tulpas son la materialización física de nuestros pensamientos y emociones. Cuantos más pensamientos, emociones y creencias se junten, con mayor realidad se mostrará esta materialización.
Alexandra escribió mucho tras su regreso a Paris sobre estas creaciones mentales y otras grandes vivencias que tuvo en el tibet, le llamó también la atención los kilómetros que podían los lamas recorrer sonámbulos sin cansarse.
Como gran luchadora, emprendió un último viaje a sus 100 años para conocer el Himalaya, donde Alexandra buscaba la iluminación rodeada de muchos peregrinos. Sin duda, fue una vida enteramente dedicada al descubrimiento. Tal es el caso de su pasión que Alexandra secundó todo lo demás en su vida. En una de sus estancias en
“La aventura será mi única razón de ser”- sentenció una vez, antes de sumergirse en un nuevo reto. Alexandra era una mujer de retos, como cuando se propuso pasar dos largos años en una cueva y dedicar todo el tiempo a la meditación. Acompañada únicamente de su maestro, Alexandra aprendió tibetano y el tantrismo budista en una cueva a
nte, no quería que ninguna práctica no le fuese posible debido a alguna limitación física. Por ello, se preparaba a fondo caminando a diario
3 comentarios:
como dicen...cuidado con lo que deseas, puede volverse realidad...
WOW
Este tipo de historias nos muestra lo poderosa que puede ser la mente.
Es dificil de creer que la mente humana es capaz de crear un ente capaz de interactuar con su entorno a voluntad.
Pero ahora si que el miedo viene cuando la finalidad de este ente no es la de seguir su voluntad, y sin embargo crea su propio raciocinio.
Yo por eso, wardo mi fantasma en su caja cuando no lo uso, jajajajaja.
No es cierto, muy interesante esta entrada Boyzen.
Das un ejemplo de perseverancia y de nunca darnos por vencido, aunque ahora si que caer en el fanatismo pues nos hace perder de ciertas cosas de la vida, tal es el caso del esposo de Alexandra.
Saludotes desde México.
Juan:
No conocia nada de esa capacidad humana. La verdad es que tiene su parte inquietante poder crear un fantasma que cumpla nuestro mandato... pero sentir que va en nuestra contra..
Interesante texto.
Un abrazo Boyzen
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