martes, 7 de octubre de 2008

XTARLINGS REDUX: LA MALDICIÓN DE JAYNE MANSFIELD

Si hubo una época dorada en las cumbres de Hollywood fueron los cincuenta, donde el glamour reinaba entre sus celebridades, todas muy bellas y con carreras que se iniciaban entre laureles de éxito. Sin embargo, como toda belleza tras una profunda contemplación, ese sueño dorado tenía un reverso oscuro y perverso. Son muchas las leyendas negras que se crearon en aquel momento en la industria del cine, algunas rocambolescas y otras son producto de enigmáticas muertes.

Si hablamos de erotismo e iconos sexuales de aquella época, Jane Mansfield es probablemente junto a Marilyn Monroe una rubia difícilmente de olvidar. Curiosamente, fue imitando a ésta como se dio a conocer. Jayne Mansfield (Vera Jayne Palmer antes de teñirse) nació en Pennsylvania y su vida estuvo marcada por la tragedia desde su inicio, su padre falleció cuando ella sólo tenía tres años y lo hizo curiosamente conduciendo, un ataque al corazón acompañado de su esposa y su dulce hija. Su madre no tardó en volverse a casar y se mudaron a Dallas (Texas), donde la joven comenzó a entrarle el gusanillo de la interpretación y comenzó a realizar cursos en la escuela. Sin embargo, fue una pasión que alternó con otra pasión más carnal. Jayne se casó con apenas 16 años y fue madre ese mismo año de un niño, lo cuál la separó un poco de su sueño por actuar. Fue cuatro años más tarde cuando la joven se muda a Los Angeles en busca de su sueño, seguida de su complaciente marido y su hijo pequeño.

Vestida con un look más que similar al de Marilyn Monroe, Jayne comienza a hacerse un nombre a través de ganar certámenes de belleza que, junto a sus clases de interpretación, hacen que la rubia explosiva vaya haciéndose con pequeños papeles. Se hizo un pequeño hueco en el género de la comedia pero su carrera no acababa de despegar del todo, los directores focalizaban todo su interés por ella en sus atributos físicos y hay quien cruelmente la calificaba como “la fotocopia vulgar de la Monroe”. No sólo su carrera se tambaleaba, también su matrimonio y al que le siguió una segunda boda con tres hijos más. Hasta el momento, Jayne Mansfield realizó mediocres films en los que resalta “Bésalas por mi” y “Una mujer de cuidado”, ambas en 1957.

La joven parecía no encontrar su sitio, las propuestas de películas eran cada vez peores y su vida sentimental había sido continuamente un vaivén de sentimientos y personas. Se cuenta que Jayne Mansfield cubría esa pena a base de asistir a todas las fiestas a las que Hollywood le abría las puertas, donde se pudo codear con grandes celebridades de la época y algunas amistades nada recomendables.

Fue en una de esas fiestas, donde la joven conoció a Antón LaVey, el Papa Negro de Hollywood y fundador de su satánica iglesia. Este oscuro personaje ya se había obsesionado antes con la rubia Marilyn Monroe y supo persuadirla hasta acabar conseguir compartir cama con ella. Tras la fatídica muerte de la rubia tentación, LeVey vio en Jayne Mansfield su perfecta sucesora.

Curiosamente, nuestra protagonista sentía una oscura fascinación por este enfermizo personaje que proclamaba su amor a Satán y su fama de poderoso mago. Anton LeVey le pidió a la joven que se vistiese igual que Marilyn, posara como ella y se desnudara de la misma manera y con la misma rapidez. Jayne fue tentada y lo hizo pese a que en aquel momento estaba iniciando una nueva relación.

Cuando el joven novio de Jayne, Sam Brody, se enteró de la vinculación de la actriz con la Iglesia de Satán entró en cólera y decidió presentarse en el despacho de LeVey, amenazándole que iba a romperle todos sus huesos si no dejaba de tener contacto con Jayne. LeVey, con su tenebrosa mirada, miró al joven y le maldijo, auguró una cercana muerte para él y su guapa Jayne Mansfield.

Tras aquella declarada maldición satánica por parte del Papa Negro, las desgracias se agolparon alrededor de la joven actriz. En un plazo de un escaso mes, a Jayne le robaron las joyas durante una visita a Japón, fue acusada de evasión de impuestos por el Gobierno de Venezuela, uno de sus hijos fue atacado por un león en un zoológico y poco después tuvo lugar el clímax de la terrible maldición, la fatídica noche en la que Jayne Mansfield perdió la vida a la temprana edad de 34 años. El 28 de junio de 1967, Matt Brody y Mansfield salían disparados por el parabrisas de su descapotable al tomar la curva cerrada de una enfangada carretera a más de 130.

Cuando Anton LeVey recibió la terrible noticia, acababa de recortar el anuncio del perfume Channel nº5 de su desaparecida amiga y se fijó que curiosamente en el reverso de dicha hoja aparecía una foto de la fallecida pareja tomada la noche anterior y que, al recortar el anuncio, las tijeras habían decapitado la cabeza de la joven de la misma manera que acababa de suceder. ¿Fue todo esto victima del cólera de un tenebroso Papa Negro?, ¿murió Jayne Mansfield a consecuencia de aquella maldición lanzada?

Lo tenebroso fue cuando la ambulancia llegó al lugar y no encontraron la cabeza de la joven. Jayne siempre había sido amiga de las excentricidades y era famoso su caniche teñido de rosa. Cuando el animal fue el único que salió ileso, encontraron a aquel perro rosado con algo redondo con lo que distraerse.

2 comentarios:

MaryJane dijo...

Bufff... Como me gustan estas historias que publicas sobre muertes en extrañas circunstancias... Lo del perro rosa jugando con la linda cabecita de su dueña tiene un tinte macabro que lo hace aún más interesante y morboso...
Yo no se si creer que el Papa Negro ese tuvo algo que ver en la muerte, pero todo apunta a que sí, y yo prefiero creer que no todo está atado y bien cogido, porque siempre hay cosas que escapan a nuestra lógica y nuestra razón...
Muy buena entrada Boyzen, grácias!
Un abrazo!!

Anónimo dijo...

Muy buen articulo, era la 1era vez que lo leia...una vez mas la ficcion fue superada por la realidad. Una cosa, el tal Levey, tiene cara de psicopata. Gracias por el nuevo capitulo d gossip. Besos, bye!!