Esta noche, vosotros sois los protagonistas y lo hacéis para dar mucho miedo...
... estos son todas los sucesos inexplicables que nos habéis ido enviando e historias de miedo que sabéis para así hacer posible nuestra NOCHE DEL TERROR...
Una de las primeras que nos llegaron fue de uno de los comentaristas más queridos y veteranos de Xtarlings, Fakto, quien nos ha contado un estremecedor episodio que él vivió en primera persona. Apaga luces y disfruta de la narración...
Veras, yo laboro en un call center de una compañía americana, hace poco, tuvimos que cambiar de edificio por que nuestro centro de trabajo iba a ser demolido, nuestro nuevo edificio se localiza frente al monumento a la revolución, en el antiguo edificio del SIEDO; En México D.F.
El SIEDO, para los que no sepan es
Bueno, esto ocurrió hace un par de meses; la campaña para la que trabajo fue “seleccionada” (ahora dudo del honor que esto represento, ya sabrás por que) para ser la primera en ocupar el nuevo edificio, en un principio estábamos emocionados, ya que estrenaríamos el edificio, tendríamos equipo nuevo y demás monerías.
Cuando llegamos nos llevamos la sorpresa de que el edificio estaba acabado un 90% (por cuestiones de tiempo nos pidieron que nos retiráramos del viejo edificio antes de lo planeado, por eso el nuevo aun estaba con “detallitos que terminar”) pero era funcional y la verdad estaba muy bien.
Pues a pesar de los detalles nos pusimos a trabajar. ¡Por cierto! Me olvidaba de comentarte que esa semana, le había hecho un favor a una amiga que trabajaba ahí, por problemas familiares ella tenia que salir temprano, así que me ofrecí a hacerle un cambio de horario temporal, lo que para mi significaba salir de trabajar pasadita la media noche. Al principio la idea no me molesto, pero cuando vi el edificio de noche cambie de opinión.
Al haber poca gente trabajando, solo teníamos una cuarta parte del piso de operaciones activo, lo demás estaba sumido en la oscuridad, obvio, durante el día no era problema, pero en la noche, resultaba bastante tétrico. Aunado a eso, mi amiga es una de las pocas que salen tan tarde, o sea que después de las 11 el piso estaba casi vacío, créeme en verdad lucia escalofriante
A esas alturas, los rumores de que en lugar espantaban ya habían llegado a oídos de todos, decían los guardias que desde el sótano se oían gritos, en el cubo de la escalera se aparecía una mujer vestida de rojo y que se oían correr niños por los pasillos y que incluso les abrían y cerraban las puertas en medio de risotadas
Cuando yo me entere de todo esto, no supe que pensar. Si bien es cierto que no soy escéptico, tampoco me gusta creerme todo lo que me cuentan, mas aun sabiendo que la historia y el ambiente del edificio ayudaban a alguna mente ociosa a crear historias de fantasmas.
El caso es que con los antecedentes y el ambiente yo ya estaba lo suficientemente nervioso, así que cuando paso lo que te voy a contar termine tan asustado como nunca lo había estado
Era un domingo, pasaditas ya de las 12; en el piso de operaciones habíamos unas 15 personas contándonos a mi supervisor y a mi. Me faltaba algo así como una media hora para salir, así que me tome un descanso para ir al baño; reuniendo valor cruce la parte más oscura y solitaria del lugar para llegar al baño, como era de esperarse estaba vacío.
Mientras estaba en la taza haciendo lo que había ido a hacer, escuche unos pasos pesados entrar al baño, supuse que alguien mas había entrado así que no le di mas importancia; conforme los pasos se acercaban escuche una especie de gemido, aunque me extraño no pensé que fuera nada demasiado raro
Los pasos y los gemidos se acercaban mas y más y yo me empezaba a poner nervioso. Cuando finalmente llegaron a donde yo estaba, pude ver debajo de la puerta del sanitario las piernas de una persona, llevaba pantalón negro y zapatos de vestir, pero lo que sin duda me hizo quedarme sin aliento es que estaba sangrando.
Con el mismo paso lento y pesado se dirigió hacia el fondo del baño donde entro a el ultimo sanitario, de hecho oí cerrarse la puerta de un golpe
Como pude me arregle la ropa y salí, para mi sorpresa el piso del baño estaba manchado de sangre, marcando el camino por el que el tipo había pasado. Asustado y pensando que alguien estaba lastimado salí corriendo del baño (ni me atreví a mirar en el lugar done el fulano se había metido, ¡ni si quiera pensé en eso!), incluso estuve a punto de resbalarme con una de las manchas de sangre que había en el suelo
Lo primero que se me ocurrió fue ir con mi supervisor a decirle que alguien estaba lastimado. Corriendo, llegue hasta su cubículo y le explique atropelladamente lo que había visto. Cuando el me escucho me miro un tanto incrédulo; al principio no entendí el por que de su actitud; me pidió que me calmara y que el explicara con mas detalle. Como pude, medio me calme y le explique de nuevo
La expresión de mi supervisor cambio de la incredulidad al nerviosismo, yo la verdad estaba desesperado pensando “alguien esta herido en el baño y este hombre no me quiere creer”. Finalmente me pidió que lo acompañara al baño
Apretando el paso lo guie hasta allá. Cual seria mi sorpresa al entrar, el baño estaba limpio y silencioso, no había nada, las manchas de sangre no estaban. Sin poder creerlo fui hasta el fondo del baño y lo abrí buscando a mi “famoso hombre herido” Como era de esperarse el sanitario estaba vacio
Sin poder entender que pasaba mire a mi supervisor completamente desconcertado, supongo que entendió como me sentía, me tomo del hombro y me pidió que lo acompañara a su cubículo. Ya ahí, me pidió que me calmara y le contara una vez mas, con lujo de detalles, lo que había pasado
Respirando profundo le conté de nuevo lo que había visto. Aquella expresión que había visto en su rostro no había cambiado; finalmente, después de que termine mi relato, mi supervisor me comento algo que me hizo entender aquella expresión
- Pensé que me estabas jugando una broma – Comenzó en tono confidencial – Al principio no quería creerte, básicamente por que a mi me paso lo mismo - Al oír esto casi me fui de espaldas – la única diferencia es que yo si vi al tipo.
Aquí hizo una pausa, se sentó y tras tomar un breve respiro continuo:
- Igual que tu entre al baño a estas horas, y encontré exactamente lo que tu viste, el camino de sangre, y al igual que tu pensé que alguien se había lastimado, fue entonces cuando lo vi, era un hombre de traje, parecía tener varias heridas en el cuerpo y estaba escurriendo sangre. Intente llamarlo pero no me respondió, solo se metió en el ultimo cubículo de baño, me acerque para ver si estaba bien, pero cuando abrí la puerta del baño no había nadie… la sangre había desaparecido también, estaba yo solo en el baño
Cuando mi supervisor termino de contarme temblaba visiblemente, estaba tan asustado como yo
- No dije nada por que pensé que no me iban a tomar en serio – me dijo finalmente en un tono apenado – Perdón si no te creí antes
Le dije que no se preocupara, que entendía perfectamente lo que sentía, y era cierto, ni yo mismo creía lo que acababa de ver y mientras miraba al suelo intentando volver a mi cabales me di cuenta de que mi zapato tenía una mancha roja de lo que parecía ser sangre. Un escalofrió me recorrió el cuerpo, ¡me moría por ir a limpiar esa mancha, fuera de lo que fuera! Pero la simple idea de entrar al baño de nuevo me clavo en mi asiento
Y pues eso es todo, hasta donde se a los otros rumores de fantasmas que hay en el edificio pronto se sumo el del “hombre ensangrentado” que aparece en el baño, cada vez que mi supervisor o yo oímos esa historia en labios de alguien mas solo nos encogemos de hombros sin saber que decir
Por mi parte evito ir al baño del edificio muy tarde o cuando esta solo, no se me antojaría ver al sujeto como mi supervisor lo vio…
¿Y sabes lo que es peor? La semana que entra, por un cambio de horario tendré que volver a salir tarde de nuevo… créanme, no me hace mucha gracia
Lorena nos explica cómo los lugares playeros no siempre son una buena estancia... En un complejo de apartamentos de El Saler, en las playas de la costa Valenciana, veraneaba una familia cuyos padres no pasaban casi parte del verano allí porque tenían trabajo en la ciudad. Generalmente la casa estaba a cargo de la hermana más mayor pero en aquella ocasión la madre SI estaba. Pero cansada, tanto que se marchó a dormir y lo hizo en el salón de la casa.
Mientras tanto, dos de las hijas, concretamente la mayor y la menor, estaban pasando un rato divertido abajo junto a dos invitados de la casa, un amigo de la familia de su edad, y una prima a la que llamaremos Merche.
Se divirtieron haciendo experimentos de levitación que no resultaron y viajes astrales que sí que dieron algún que otro fruto. Ya entrada la noche la hermana pequeña se marchaba hacia casa mientras el resto quedaba abajo, ya más tranquilos, mirando las estrellas.
Entonces pasó algo: escucharon el susurro de unas pisadas, y muchos ojos atónitos descubrieron que las pisadas eran reales pero invisibles... estaban pisando el césped y se mostraban las huellas. Chillaron y corrieron hacia la entrada del edificio y entonces pasó algo más: las luces del edificio entero se apagaron y sobre él aparecieron otras luces, enormes, naranjas, casi fosforescentes, que venían en dirección al complejo desde la playa.
No soportaron el miedo y corrieron escaleras arriba hacia el hogar, donde justamente la hermana pequeña acababa de entrar. Se escondieron en la habitación agitados tratando de no despertar a la madre y hablaron de lo que habían visto.
Al día siguiente la madre les preguntó qué había pasado. Ella había presenciado algo pero no quería contarlo, antes quería escuchar las versiones de los hijos y amigos. Cuando terminaron de contar su experiencia, la madre les confesó que aquella noche entreabrió los ojos y vio, a través de la persiana no del todo cerrada y de sus agujeritos, unas enormes luces que se movían con mucha agilidad.
Este sería uno de tantos sucesos extraños que presenciarían los componentes de esa familia.
Una amiga anónima nos advierte una vez más de lo peligrosas que pueden llegar a ser las sesiones de espiritismo, algo que nunca ha de tomarse a la ligera y que es mejor no jugar...
...Esto que os voy a contar sucedió hace aproximadamente unos 5 años. Estábamos en la casita de campo de un amigo, Éramos 8 personas. Sonia propuso realizar exorcismo, un libro abierto con una cinta roja y unas tijeras. Lo único que teníamos que intentar era no soltar las tijeras y que el libro no se cerrara porque dicen que los espíritus se quedan atrapados. Yo soy muy chula, y me ofrecí junto a ella a coger la otra parte de las tijeras. Al principio todo cachondeo, risas de fondo de nuestros amigos. El juego empieza y algo extraño sucede. Se apagaron las luces y desde atrás, una figura que está reposada en un mueble, aparece una luz roja flotante que cruza la habitación y pasa por delante de nosotras. Volvió la luz y nuestros cabellos estaban completamente erizados (en punta). Soltamos el libro y todo quedó ahí. Un susto. Dos semanas después comenzaron a caer, Primero fue Isabel, una de mis amigas decía que una mujer mayor la había empujado desde las escaleras mecánicas de un conocido supermercado provincial (mi amiga se rompió la pierna). Al día siguiente a un amigo le pasó lo mismo en su casa, una mujer mayor lo empujó cuando le arreglaba la bombilla del cuarto de baño a su madre. (se rompió el brazo y se llevó una brecha en la cabeza). Entonces nos reunimos todos y decidimos contárselo a una profesora de literatura que alguna vez nos recordaba de la peligrosidad de estas historias. Nos dijo que compráramos velas y que las pusiéramos en el lugar donde comenzó todo, que volviéramos a realizar "el juego" y que esta vez lo termináramos, devolviendo a "alguien" donde debería estar. Así lo hicimos. Y pasó todo. Todavía se me ponen los pelos de punta cuando cuento esto, porque éramos unos jóvenes de 16 años con ganas de pasarlo bien, pero yo he llegado a una conclusión. NO MOLESTEIS A LOS MUERTOS.
Supongo que todos recordaréis mi vivencia en primera persona en el abandonado manicomio de Cheste (clickea aquí si no lo has leído aún). Los psiquiatricos abandonados suelen ser lugares aterradores y más si se conoce que han sucedido historias sobrenaturales. Nos ha llegado más información sobre otro manicomio aterrador...
Un grupo de amigos y amigas tuvimos una experiencia por demás extraña, hace años decidimos visitar un lugar llamado el Refugio, la tradición de aquí narra que ahí fue Hospital Psiquiátrico y después Hospital común, pero a nosotros nos sucedieron cosas extrañas ya que en todo momento sentimos presencias extrañas e incluso nos aventaron unas botellas desde una de los torres de este lugar, en vez de correr fuimos a ver y no había nadie, mucha gente habla de que ahí suceden cosas muy extrañas, la verdad es que lo que hay ahí no es nada malo, pero preferimos guardar distancia.
Entramos en la habitación más terrible que la mente humana pueda imaginar: la habitación acolchada 4x4 , elemento de tortura.
Nadie comprende cómo allí podían castigar a los chavales enfermos. No me extraña que el hospital quebrara tan pronto.
En cuanto a la sesión de péndulo: la hicimos en dicha habitación y allí se presentó un adolescente que decía llamarse Alejandro. En chico estaba muy contento pero enfadado al mismo tiempo. El motivo de su enfado fue que en esa habitación había sufrido mucha crueldad. Alejandro nos dijo que había muerto y que había padecido de asma, pero que ahora estaba muy feliz. (Alicia)
... Y las historias de campamentos, aterradoras también...
Yo una vez me fui de campamento , y conoci a una niña que se llamaba isabel , isabel era muy callada y no se relacionaba con nadie del campamento . un dia los monitores , dijeron que nos fueramos a las duchas y que despues acudieramos al descampado a hacer un juego nopturno. cuando salimos de las duchas los monitores preguntaron por isabel y nosotros les dijimos que la vimos entrar a los baños pero no la vimos salir . la estuvimos buscando 2 dias pero ni rastro de ella . entonces llamaron a la madre , la madre dijo que si era una broma de mal gusto porque su hija se habia muerto hace 3 años. Esta historia da a entender que la niña era un fantasma y que fue a al campamento con nosotros . Esto ha ocurrido de verdad y yo lo he vivido. (Roberto)
... La ouija y sus peligros está presente en muchas historias aterradoras sucedidas a lectores que como vosotros visitan Xtarlings y que nunca olvidarán lo que vivieron...
Cuando tenía unos 15 años, no recuerdo por qué, me enganché a la tabla ouija. Una amiga se la compró como quien compra un Monopoly y así fue como empezamos. Un día y otro hasta estar totalmente enganchadas. No recuerdo ni la primera, ni la segunda, ni la tercera vez (etc) que lo hicimos. Pero recuerdo bien que parecía un vicio.
Todos los días nos pasábamos de seis a siete horas con la tabla, invocando espíritus y demás. Yo lo tomaba como un juego y me parecía divertido e inocuo. Pero un día aquello empezó a ser monótono.... siempre lo mismo, saludar al Ente, preguntarle las mismas cosas de siempre y adiós. Así que decidimos invocar a Satanás, algo muy fuerte que, ahora que lo recuerdo en la distancia, sé que fue una locura grande que jamás volveré a hacer.
La historia fue así. Fuimos a casa de mi amiga, la dueña de la tabla, pero en vez de ir las seis o siete habituales, sólo nos atrevimos cuatro de nosotras. Lo preparamos todo bien: luces apagadas, velas negras y blancas, un sitio amplio y limpio, etc. Y empezamos... Al principio no pasaba nada, de hecho tardaba más que los otros espíritus y empezamos incluso a aburrirnos. Entonces empezó a oler raro en la casa (no puedo describir ese olor) y corría un airecillo fresquito (era un caluroso día de verano y estábamos a 45º). Entonces el puntero empezó a moverse. Se fue a las letras, una por una, hasta decirnos que era Satanás y que no saldríamos vivas. Ya con leer esto se me pusieron todos los pelos de punta. Entonces fue como si abriera los ojos y me diera cuenta de lo que estaba haciendo: estaba metida en aquella casa y de allí no podíamos salir sin cerrar la sesión... me di cuenta de lo peligroso que era.
Tras varios minutos en los que se dedicaba a amenazarnos nos atacó con sonidos, las puertas de la casa se abrían y se cerraban, las persianas lo mismo, los espejos estaban empapados en vapor y las velas se apagaron. Recuerdo que una de las tres amigas tenía un collar y empezó a retorcerle el collar hasta presionar. La estaba ahogando y aquello le quedó físicamente marcado hasta un par de años después.
Queríamos cerrar aquella sesión y salir por piernas pero no nos dejaba; nos decía que nos atormentaría toda nuestra vida hasta acabar con ella, y, sinceramente, conmigo lo logró durante mucho tiempo.
Nos pasamos unas tres intensas horas luchando para que nos dejara en paz y se largara, y después de todo lo ocurrido se largó y tuvimos una crisis de pánico. Yo salí de la casa disparada (aún me pone los pelos de punta... perdona que sea tan breve) y desde aquel día no pegué ojo en unos 5 ó 6 años. Todos los días escuchaba susurros, unos pasos detrás de mí al caminar, golpes de llamada en el hombro, pisadas por mi casa, llamadas a la puerta... Igual eran cosas de mi mente, algo que yo provocara a causa del miedo, no lo sé, el caso es que me tenía aterrorizada.
Y hoy, después de unos 8 ó 9 años, he vuelto a oir esas pisadas, esos susurros pronunciando mi nombre, esos golpecitos en el hombro... y realmente me aterra. (Patricia)
Hay historias terroríficas que no envejecen con el tiempo y que quedan grabado en la memoria de todo un pueblo, así nos cuenta Iñigo sobre su pueblo...
Todo comenzó a mediados de los años 60 en las afueras de Valencia en un pueblo llamado La Eliana, este pueblo como tantos otros de la franja mediterránea se dedicaba principalmente a la agricultura y más en especial a los cítricos, era un pueblo pequeño en el que como máximo habría unos quinientos habitantes y todos ellos se concentraban en las pocas calles que rodeaban a la plaza del pueblo, todos salvo la familia González que residían en las afueras del pueblo en una gran mansión que antiguamente pertenecía a los Duques de Flores. Era una casa preciosa, de altos techos e innumerables salones y habitaciones, todos ellos decorados con gran gusto.
La mansión también constaba de unos espaciosos jardines en los que era fácil perderse y todo ello rodeado por un muro por el que solo se podía acceder mediante una gigantesca puerta de acero forjado.
Allí vivía la familia González cuyo cabeza de familia era Joaquín González y se dedicaba por entero a sus negocios empresariales, su esposa era la Sra. Patricia González una distinguida dama de la aristocracia valenciana que además de ser una preciosidad era la madre de cuatro lindas criaturas. Los pequeños de la casa iban desde los cuatro meses que tenia José hasta los cinco años que tenia la mayor Nancy, que era igual de bonita que su madre. Era lo que podríamos resumir como una familia feliz.
La familia González tenia un servicio que estaba compuesto de una niñera, dos cocineras y otras dos mujeres que se dedicaban a la limpieza de la casa y las faenas del hogar, sin contar a los hombres que se encargaban del cuidado del jsrdín y de los pequeños arreglos que pudiese necesitar la casa por el paso del tiempo.
Mantenían una relación muy cordial con sus vecinos del pueblo pues en las fiestas siempre hacían una fuerte aportación de dinero que engrandecía los festejos.
En apariencia todo funcionaba de maravilla, dentro de pocos días llegarían las fiestas de Navidad y la familia estaba realizando todos los preparativos para que fuesen unas Navidades inolvidables.
Pasaron los días y por fin llegó la Navidad; toda la casa se llenó de colorido y en el jardín adornaron el abeto que tenían con giraldas y bolas de colores, los niños estaban encantados, todo eran risas y diversión y muy pronto llegarían los Reyes Magos cargados de regalos para ellos.
Llegó el día de Noche Vieja y los señores González se preparaban para asistir a una fiesta que daban en el pueblo, en la que iría a tocar una orquesta y habría baile hasta bien entrada la noche. Esa noche todo el servicio tenía fiesta menos la niñera ya que ella se tenía que quedar a cargo de los pequeños.
Una vez los señores González se hubieron marchado la joven niñera se dispuso a dar de cenar a lo críos y acostarlos. Los más pequeños no tardaron mucho en dormirse pero la preciosa Nancy y su hermana Sandra le pidieron a la joven que les contara un cuento para poder dormir, esta les contó un par de historias de su invención en las que aparecían príncipes y princesas y las niñas no tardaron en caer rendidas en brazos de Morfeo.
La muchacha ya algo agotada las arropó y con mucho sigilo salió de la habitación cerrando tras de sí la puerta.
Eran prácticamente las diez de la noche y se decidió a ir a comer algo a la cocina, la gran mansión se encontraba en un silencio sepulcral, tanto que a veces le recorría un pequeño escalofrío por el cuerpo.
Después de prepararse una ensalada y un pequeño bocadillo de jamón y queso se dirigió al comedor donde escucharía un poco de música mientras intentaba leer un poco.
Pasaron las horas y la chica se quedó dormida en el sofá. Sobresaltada se despertó, pues estaba sonando de forma incesante el teléfono, -ring, ring...- no paraba de sonar en ese momento ella no sabía exactamente donde se encontraba tardó unos segundos en darse cuenta que estaba en la mansión de los González.
Se levantó rápidamente del sofá y cogió el teléfono que se encontraba sobre una mesilla cerca de la lámpara. Descolgó el auricular pero al otro lado de la línea no se escuchaba a nadie; ella preguntó varias veces "buenas noches casa de los González ¿hay alguien ahí?", pero nadie contestó... transcurrido un tiempo colgó el teléfono y se quedó mirándolo durante unos instantes, luego sin darle más importancia se fue a recoger los platos y el vaso que había dejado junto al sofá para llevarlos a la cocina, una vez allí los metió en la pila y cuando se disponía a limpiarlos volvió a escuchar el timbre del teléfono -ring, ring...- de nuevo salió corriendo hacia el comedor y sofocada cogió el teléfono. Tampoco esta vez se escuchó nada al otro lado, la muchacha algo preocupada preguntaba incesantemente -¿diga, diga?- pero nadie contestaba. Finalmente se volvió a cortar la comunicación.
Sari, que así se llamaba la niñera, pensó que sería un fallo de la central telefónica pues no era raro que durante esas fechas hubiese cortes telefónicos debidos al mal tiempo.
No había dado dos pasos cuando de nuevo sonó el teléfono, rápidamente lo volvió a coger y de nuevo preguntó si había alguien... al otro lado de la línea pero nadie contestó, aunque esta vez escuchó algo que las otras veces no había oído, se escuchaba con claridad, tal vez con demasiada claridad, sonaba como un goteo -cloc, cloc...- Sari volvió a preguntar - ¿buenas noches, hay alguien?- pero nadie contestó. La muchacha comenzaba a estar algo preocupada y decidió llamar a la policía del pueblo para comunicarles lo sucedido, descolgó de nuevo el teléfono y cuando se acercó el auricular a la oreja volvió a escuchar -cloc, cloc...-. Atónita soltó el teléfono y retrocedió unos pasos... no entendía qué estaba ocurriendo. Con miedo cogió el auricular y lo colgó se dirigió al salón principal donde había otro teléfono e intentó volver a llamar desde él pero antes de que ella lo descolgase, este sonó con un timbre que ya estaba comenzando a desquiciarla -ring, ring...- Esta vez tardó más en coger el teléfono pues lo que podría sonar al otro lado la intranquilizaba; finalmente lo descolgó y se lo acercó poco a poco a la oreja como sabiendo ya de antemano lo que iba a escuchar -cloc, cloc...- es lo que oyó. Aterrada tiró el auricular al suelo con rabia y le gritó de forma histérica al teléfono -¿quién es?, ¿qué es lo que quiere?- pero el teléfono solo contestaba -cloc, cloc...- De nuevo lo volvió a colgar entre sollozos, pero una vez colgado éste volvió a sonar, la muchacha aterrada ya no se atrevió a descolgarlo y decidió coger a los niños e irse con ellos al pueblo en busca de sus padres y la policía, subió corriendo la escalera que llevaba al cuarto de los más pequeños mientras por toda la casa resonaba -ring, ring...-.
Abrió la habitación de los niños pero ellos no estaban en allí, sin apenas podérselo creer abrió la habitación contigua en donde dormían Nancy y Sandra y ellas tampoco se encontraban en la habitación. El pánico se apoderó de ella y comenzó a gritar enloquecida pidiendo que parase el incesante timbre del teléfono, pero éste no cesaba -ring, ring...-. cogió el teléfono que se encontraba en el pasillo y antes de dejarlo descolgado para dejar de oír su timbre volvió a escuchar el sonido de las gotas que caían -cloc, cloc...-.
Comenzó a correr por toda la casa buscando a los niños, recorriendo cada una de las estancias mientras en su cabeza no paraba es escucharse un tétrico y a la vez incesante goteo -cloc, cloc...-. Una por una recorrió todas las habitaciones sin éxito, los niños no aparecían por ninguna parte, sólo le quedaba mirar en el ala oeste del caserón destinado al personal que trabajaba en la casa, cogió una llave maestra para entrar en los aposentos privados de los trabajadores pero en ellos no encontró nada, entró en el baño del servicio empujando bruscamente la puerta, allí estaban.
Sus ojos desorbitados no podían creerse la escena que tenían delante.
Atónita contempló cómo las cuatro criaturas estaban dentro de la bañera vacía, apilados unos sobre otros, habían sido degollados y metidos allí. La cabeza de la pequeña Nancy sobresalía de la bañera y de su cuello emanaba un hilo de sangre que recorría el borde de la bañera y caía sobre el auricular del teléfono descolgado produciendo un incesante goteo -cloc, cloc...-
Nunca se encontró al culpable y tuvieron que pasar muchos años para que la gente que pasaba cerca del caserón no sufriera un escalofrío al recordar los hechos.
Después de aquello la pobre Sari tuvo que tener ayuda psicológica hasta que a finales de los años setenta terminó con su vida arrojándose desde un octavo piso, dicen que por las noches cuando dormía no dejaba de escuchar las gotas de sangre que caían sobre el teléfono.
Desde entonces la casa esta deshabitada pues la familia González se mudo a la ciudad de Valencia intentando olvidar lo ocurrido y nadie quiso comprarla después de los hechos que en ella acontecieron.
velas, espejos e invocación al demonio... sin duda, otra vivencia aterradora que Irene quiere compartir con nosotros...
Bueno, aquí comienza mi relato, que le ha ocurrido a un amigo mío. Estabamos todos tomando unas copas en un bar de Oviedo, mi ciudad. Estabamos de risas y bebiendo lo normal, cuando apareció un chaval moreno, de unos 16 años, como nosotros. Pablo, uno de mis amigos que allí se encontraban, le saludó, puesto que eran amigos. Se sentó con nosotros y hablamos durante unas horas....
Al cabo de unas, más o menos, 3 horas, el tema de conversación pasó a ser historias de miedo, puesto que ya había anochecido y nos encontrabamos ahora en un botellón en un descampado. Nos contabamos historias terroríficas y acabamos realmente asustados. Entonces Safías, el chaval gótico amigo de Pablo, dijo que conocía una forma de ver al Diablo. Le escuchamos con, la verdad, una atención de cuando te cuentan un chiste. El procedimiento que hay que seguir es el siguiente: (Textualmente)"En Nochebuena, justamente a las 12 de la noche, el Diablo hace la inspección en
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4 comentarios:
ya tengo ganas de leerlo! xD
La historia de La Eliana, ya la había oído, la verdad que da bastante miedo. Por cierto, muy buena la recolección de historias.
Saludos! ;)
Qué historias, madre... mira que estoy rodeado de gente y aún así mientras las leía tenía un acojone encima, si es que en el fondo soy un masoca, jajaja!
Bruy, Fran y Eldemo,
Me alegra que os haya gustado y ya sabeis si sabeis alguna historia así... preparamos una nueva noche del miedo, no? q a mi estos artículos me entretienen muchisimo.
un abrazote a los tres!
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